Prompt y productividad: la clave para navegar en la era de la IA

17 octubre 2025

Las tecnologías de inteligencia artificial están transformando la forma en que trabajamos, tomamos decisiones y, en última instancia, cómo consumimos servicios.

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Las tecnologías de inteligencia artificial están transformando la forma en que trabajamos, tomamos decisiones y, en última instancia, cómo consumimos servicios. En su artículo, Juan Merodio describe una transición que ya no es ciencia ficción: la Economía del Prompt, un escenario en el que la voz y las instrucciones textuales sustituyen a los clics y formularios para activar procesos empresariales. Este fenómeno no sólo redefine la eficiencia operativa, sino que pone sobre la mesa preguntas profundas sobre control, seguridad, empleo y el papel de la humanidad en un entorno cada vez más automatizado.

Como Merodio apunta, no se trata de un mero rendimiento incremental de herramientas existentes, sino de una reconfiguración de la productividad basada en agentes de IA autónomos. En su visión, la IA “agéntica” —la evolución de la IA generativa que no solo sugiere, sino que actúa, decide y ejecuta— se integra con sistemas empresariales para gestionar tareas, resumir reuniones, analizar datos y, en última instancia, efectuar compras y reservas. El resultado práctico es claro: ganar horas que antes se escapaban entre correos y tareas repetitivas. En su experiencia, estas mejoras se traducen en un aumento de la capacidad de enfoque en actividades que generan crecimiento.

Lectura y reflexión crítica

La premisa central es atractiva: si delegas las tareas operativas a un agente IA, puedes liberar tiempo para pensar estratégicamente. Pero esa promesa no está exenta de tensiones. Por un lado, la automatización impulsada por IA puede reducir costos y mejorar la precisión, especialmente en tareas repetitivas, contables o de monitoreo de tendencias. Por otro lado, la dependencia de agentes que operan dentro de los sistemas de una empresa exige una planificación robusta de gobernanza, seguridad y auditoría. ¿Qué pasa cuando un agente toma una decisión que, aunque eficiente, desvió recursos de manera no prevista o incumplió normas internas? ¿Cómo se garantiza que la IA actúe dentro de límites éticos y legales, especialmente cuando tiene la capacidad de comprar o reservar servicios?

Merodio subraya que la IA agéntica no es exclusiva de grandes corporaciones tecnológicas; su propuesta es que cualquier negocio, desde una tienda local hasta una multinacional, pueda adoptarla. Este punto es crucial para la democratización de la innovación, pero también introduce riesgos de disparidad. Si una empresa de menor tamaño carece de la infraestructura de seguridad, las capacidades de integración y la experiencia de gestión, podría verse más expuesta a fallos operativos o vulnerabilidades. En este sentido, la implementación de 4 pasos prácticos —detectar tareas repetitivas, crear un agente IA, conectarlo a sistemas y capacitar al equipo— es un mapa de ruta útil, pero debe ir acompañado de una estrategia de seguridad, cumplimiento y ética.

La analogía con “Taylor”, un avatar que demuestra las capacidades de la IA agéntica, funciona como un recurso pedagógico para entender el impacto. Sin embargo, la discusión debe ir más allá de la demostración. Es necesario preguntarse: ¿Qué implica que una IA pueda gestionar la contabilidad, detectar errores y reorganizar la agenda según la energía de una persona? ¿Qué sucede cuando la IA decide priorizar ciertas tareas por criterios que pueden no coincidir con las prioridades humanas o con normas de la empresa? La transparencia de decisiones, trazabilidad de acciones y derechos de auditabilidad se vuelven requisitos mínimos para garantizar que la automatización no comprometa la gobernanza corporativa.

La tecnología subyacente, que incluye modelos fundacionales como GPT-4o, bases vectoriales, lenguajes de orquestación y protocolos de interoperabilidad, ofrece un arsenal poderoso para la integración de IA en procesos de negocio. No obstante, el conocimiento técnico no debe convertirse en una excusa para la adopción acrítica. El valor real reside en saber qué queremos delegar y por qué. En otras palabras, la pregunta no es solo “¿qué puede hacer la IA por nosotros?” sino “¿qué queremos que una IA haga por nosotros, y a qué costo?”

Dimensiones estratégicas y sociales

  • Productividad y empleo: la economía del prompt promete liberar tiempo para tareas de mayor impacto y creatividad. Pero también plantea preguntas sobre el desplazamiento de roles y la necesidad de reentrenamiento. ¿Qué habilidades deben fortalecerse para trabajar junto a agentes IA: pensamiento crítico, gestión de proyectos, diseño de flujos de trabajo conversacionales y supervisión de resultados?
  • Descentralización de la toma de decisiones: al convertir decisiones operativas en ejecuciones automáticas, se desplaza la responsabilidad hacia sistemas y algoritmos. Esto exige una ética de responsabilidad algorítmica y salvaguardas para evitar sesgos, errores o toma de decisiones peligrosas.
  • Seguridad y gobernanza: cada integración de IA con sistemas empresariales amplía la superficie de ataque y el riesgo de filtración de datos. La implementación recomendada por Merodio debe ir acompañada de prácticas sólidas de seguridad, control de acceso, cifrado, auditoría y cumplimiento normativo.
  • Experiencia del cliente: si la IA puede responder, comprar y reservar, la experiencia del cliente puede volverse más fluida y rápida. Sin embargo, se debe garantizar que las interacciones sigan manteniendo empatía, transparencia y control humano cuando sea necesario.

Una mirada al futuro inmediato

La visión de la Economía del Prompt invita a una reflexión optimista y cauta. Optimista porque abre oportunidades para que pequeñas empresas compitan en un entorno cada vez más automatizado con herramientas de última generación. Cauta porque la velocidad de ejecución, la complejidad de la integración y la necesidad de gobernanza rigurosa pueden generar riesgos si no se abordan desde el inicio.

En este punto, es razonable preguntarse por el equilibrio entre automatización y supervisión humana. La propuesta de Merodio sugiere que podemos diseñar sistemas donde el humano dirige, supervisa e interviene cuando es necesario, manteniendo el control estratégico mientras la IA gestiona la operativa. Este enfoque híbrido parece ser una vía plausible para escalar la productividad sin perder la responsabilidad y el juicio humano.

La Economía del Prompt es más que una novedad tecnológica: es una forma de reconfigurar la manera en que concebimos la productividad, el trabajo y la toma de decisiones en el siglo XXI. No se trata de abandonar el factor humano, sino de redefinir su papel desde la ejecución de tareas repetitivas hacia la dirección de procesos, la creatividad y la estrategia. En palabras de Merodio, el verdadero “botón de compra” ya no es un botón físico ni una acción de clic: es la voz, la idea y la capacidad de delegar con confianza.

Si bien la promesa es poderosa, su adopción responsable exige una reflexión integral: qué tareas delegar, cómo asegurar que las decisiones tomadas por IA estén alineadas con los objetivos y valores de la empresa, y qué mecanismos de supervisión y aprendizaje continuo se deben implementar. Solo así, la economía del prompt dejará de ser una promesa o un truco de eficiencia para convertirse en un marco sostenible de crecimiento y desarrollo humano en la era de la inteligencia artificial.

Fuente. América Retail

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