Del algoritmo a la empatía: cómo las tiendas conectan con sus clientes
18 septiembre 2025
En un mundo dominado por algoritmos, big data y dashboards que prometen entender cada gesto de consumo, las grandes cadenas de retail invierten millones para desentrañar el comportamiento del cliente.
En un mundo dominado por algoritmos, big data y dashboards que prometen entender cada gesto de consumo, las grandes cadenas de retail invierten millones para desentrañar el comportamiento del cliente. Y, sin embargo, hay una sabiduría milenaria que ha sido miles de veces comprobada en la esquina de mi barrio: el tendero sabe leer a su gente, no a través de complejas métricas, sino mediante observación, memoria y cercanía. Este artículo, tomado de la visión de Jaime Andrés Piedrahita Lopera, director general y referente en retail, ofrece una lección poderosa para el retail organizado: la segmentación de clientes puede (y debe) basarse en la experiencia humana, no solo en datos. Puedes leer el artículo original aquí.
Cada cliente que entra a una tienda de barrio trae una historia. El tendero, gracias a años de interacción diaria, es capaz de identificar patrones sin necesidad de un modelo estadístico sofisticado. Su segmentación, lejos de ser abstracta, se concreta en comportamientos reales: frecuencia de compra, historial de pago y tipo de productos adquiridos. Esta práctica, tan simple y tan efectiva, se traduce en beneficios tangibles: relaciones duraderas, confianza mutua y, en última instancia, ventas sostenibles.
La esencia de la segmentación del tendero
Piedrahita Lopera ilustra, con precisión y sencillez, los perfiles que, en una tienda de barrio, cobran vida de forma natural:
- El cliente fiel: visita casi a diario, compra lo esencial y con frecuencia se le fía. Para este perfil, el tendero ofrece condiciones preferentes, pequeños extras (la famosa “ñapa”) y el mejor precio, asegurando lealtad y repetición de compra.
- El cliente de impulso: llega en momentos concretos, tras una jornada laboral o durante el fin de semana. No es un cliente habitual, pero el tendero sabe identificar su antojo y puede sugerir productos relacionados o novedades. Es una relación transaccional, pero cálida.
- El cliente por necesidad: compra solo cuando se le agota un producto crucial. Su interacción es rápida y eficiente, pero siempre cordial, dejando la puerta abierta a futuras visitas.
- El cliente de crédito: aún presente en algunas zonas, confía en pagar a final de semana o quincena. El tendero conoce sus límites y mantiene un lazo de confianza que fortalece el vínculo social y comercial.
- El extranjero: visitante de paso que compra un artículo puntual (agua, cigarrillos, etc.). No busca una relación a largo plazo, pero recibe la misma atención cordial.
Lecciones para el retail organizado
Aunque las grandes cadenas cuentan con tecnología de punta, su verdadero diferenciador puede residir en una filosofía de servicio que replique, de forma escalable, la cercanía del tendero. Las lecciones que Piedrahita Lopera señala son claras y útiles:
Humanizar la data: los números cuentan historias, no solo tendencias. Si alguien compra pañales, leche en polvo y juguetes, probablemente es un padre o una madre. Las máquinas pueden sugerir, pero la empatía transforma una transacción en una relación.
Entrenar a los empleados: cajeros y asesores pueden ir más allá de la simple transacción. Con formación adecuada, reconocerán patrones de compra, sugerirán productos relevantes y recordarán a clientes frecuentes, creando un efecto de confianza y cercanía.
Fomentar la personalización: las ofertas personalizadas ya son comunes, pero es posible ir más allá. Premiar la fidelidad con experiencias, productos exclusivos o simples gestos de gratitud puede convertir una compra en una experiencia memorable.
Invertir en la comunidad: el tendero es a menudo un actor social local, apoyando deportes y causas vecinales. El retail organizado tiene la oportunidad de patrocinar eventos locales y convertirse en un referente positivo en su entorno.
Un enlace para profundizar
La visión de Piedrahita Lopera, que sitúa al tendero como maestro de segmentación y proximidad, merece ser leída en su totalidad para entender las sutilezas de su argumento y las recomendaciones para el retail moderno.
La óptica del tendero no es una nostalgia del pasado; es una invitación a repensar el valor humano en una economía cada vez más digital. En esencia, la propuesta propone tres ideas clave para cualquier negocio minorista que quiera perdurar:
- La segmentación debe nacer de la relación, no solo de la data.
- La personalización debe estar anclada en gestos simples y consistentes de reconocimiento.
- La responsabilidad social y la comunidad local deben ser parte integral de la estrategia, no un apéndice.
Adaptación para el mundo contemporáneo
Si miramos a nuestro entorno actual, el reto no es desechar la tecnología, sino integrarla con humanidad. Las grandes cadenas pueden mimetizar el ethos del tendero —es decir, la credibilidad, cercanía y autenticidad que caracterizan a ese comerciante—
sin perder eficiencia operativa. Algunas estrategias prácticas para empezar ya:
- Mapear micro-perfiles de clientes basados en interacciones reales (qué compran, con qué frecuencia, qué productos complementarios suelen elegir).
- Capacitar a equipos para que identifiquen momentos de necesidad y ofrezcan soluciones proactivas, no solo respuestas a solicitudes.
- Diseñar programas de fidelidad que premien la lealtad con experiencias, no solo con descuentos.
- Establecer vínculos con la comunidad local: patrocinios, eventos, y colaboraciones que generen valor compartido.
La segmentación del tendero es más que un método; es una filosofía que pone a las personas en el centro del negocio. En una era en la que los datos parecen monopolizar la conversación sobre el retail, volver a las raíces de la cercanía, la memoria y la confianza puede ser la clave para construir relaciones más sólidas y rentables. Piedrahita Lopera nos invita a mirar hacia el barrio y aprender de su sabiduría práctica: la mejor segmentación no está en el grafito de un tablero de datos, sino en la mirada atenta del vecino que nos conoce y, por ello, nos brinda el valor de una experiencia de compra que se siente como casa.
Fuente: América Retail